sábado, octubre 03, 2020

Eclipse

Las noticias decían que hacía más de doscientos años que no se veía un eclipse solar anular en España y que no se volvería a ver otro parecido hasta el 2028. Así que salimos a verlo. Nada ni nadie nos retenía. Todo podía esperar. Menos nuestras ganas de estar a solas. En el asiento de atrás de tu coche, en el aparcamiento exterior de aquel centro comercial que desde entonces quedó rebautizado. Mi reloj de pulsera marcaba los segundos con sonoridad, como si estuviera dando el aviso de algo. Agujereaste un sobre, uno de tantos, "no debes mirar directamente al eclipse". Un agujero pequeño, en el centro. Recuerdo las sombras que proyectaban los pequeños arbolitos en las aceras vacías. "¿Lo ves?" En un folio, pero me vale. Me gusta oírte hablar de astronomía. Me gustan los minutos robados a la eternidad para estar juntos. Todavía me siento un poco extraña cuando te acercas, me estrechas entre tus brazos y me besas. Pero me dejo llevar, como las primeras hojas de otoño que al caer del árbol se abandonan a merced del capricho de los vientos.

viernes, mayo 08, 2020

Quince años

Ayer se cumplieron quince años desde el primer ensayo de El Cebo. Pensaba que el primero había sido el 13 de mayo, pero no, hubo un primer contacto el 7 de mayo. Claro que en aquel primer ensayo yo cumplí con mi papel de cover, leyendo los papeles de los que no habían podido ir. Y en el segundo ya me dijeron que la chica que hacía en principio el papel de Naranja, no se iba a poder unir al proyecto, así que ese papel quedaba ya para mí. No recuerdo en qué momento pasamos de ser números a colores. Pero debió ser antes de aquellos ensayos. 

Aquella obra fue el comienzo paulatino de muchas cosas, como por ejemplo, el comienzo de este blog, que se llama Naranja, como el personaje. En aquel momento (mayo de 2005) estaba terminando la segunda especialidad, había pagado los derechos para presentarme a las oposiciones (por inglés, aunque presentando el título de maestra de música, claro) pero le dedicaba poco tiempo, los exámenes finales exigían mucho y además estaba terminando un postgrado de Nuevas Tecnologías que me llevaba por la calle de la amargura (en qué momento accedí a meterme en aquel berenjenal). 

Desde que leí la obra por primera vez (recuerdo que estaba en la biblioteca de la universidad, había reservado una sala para hacer un trabajo y cuando lo terminé, abrí el correo y leí la obra del tirón) me encantó. El personaje de Morado (en aquel momento era un número, pero no me acuerdo cuál, solo recuerdo que Naranja era el número 7) fue el que más me gustó. Pero bueno, para el cásting tuvimos que prepararnos un fragmento de Blanco. Recuerdo que después de terminar el cásting estuve a punto de decirle al director (y autor) "oye, si el personaje que te falta es Blanco (creo que era el número 2) me parece que mi amiga se lo va a llevar, seguro que lo clava". A ella le tocaba hacer el cásting un par de horas después y me corté porque a lo mejor mi comentario la perjudicaba, más que ayudar. Pero al final no hizo falta. Ella fue Blanco. No me equivocaba.

Cuando nos convocó para ese primer ensayo que yo ya no recordaba, me fastidió un poco que no me diera un papel, que pensara en mí como una cover "fuiste la única que se supo el texto". ¿Cómo? ¿La gente se presenta a los cástings sin saberse el texto al dedillo? Era mi primer (y hasta ahora único) cásting. Pero pronto me tragué el orgullo porque en realidad, ¿por qué me había presentado a aquella prueba? Por Ana. Por retomar algo que las dos disfrutábamos mucho después de tantos años cada una por su lado, porque aunque nunca habíamos perdido el contacto del todo, sí era cierto que la última década habíamos tomado caminos divergentes. Así que aquel sábado quedamos para ir juntas en la línea de metro que cumplía dos años desde su inauguración con dirección a la universidad. 

Todo esto lo he recordado porque esta mañana me he acordado de aquel blog que abrió el autor/director y que se convirtió en una especie de diario de bitácora del montaje. Y lo he buscado y me he puesto a leer las primeras entradas. ¡Qué tiempos! He leído abril, mayo, junio y julio. Y ahí, en julio, me he tropezado con una entrada que escribí y que me ha encantado releer. Resulta que un día, el autor/director colgó sendas entrevistas. Una al autor y otra al director. Como un juego. Dos autoentrevistas. Y recuerdo que nos propuso animarnos a hacer lo mismo. Unos días después recogí el guante y me puse a escribir una autoentrevista al personaje (luego me pidió una a la actriz, pero esa no llegué a escribirla). No me quedó mal, creo. Fue un ejercicio de escritura divertido. 

Para que no me quede una entrada demasiado larga (que ya lo es), la copio y pego en comentarios. Caray, no me cabe en un solo comentario... jajajajaja. La tendré que fraccionar.


jueves, abril 30, 2020

Un día más, un día menos

"Y seguimos restando y seguimos quedándonos en casa, que es lo que tenemos que hacer". Aunque ya tenemos a la vista un plan de desconfinamiento con varias fases que bueno, esperemos que se puedan cumplir en los plazos programados. Se habla de "desescalada" palabro que no existe, pero bueno, venga, aceptamos pulpo. Pero la que no me gusta nada es la expresión "nueva normalidad". Me da repelús. Y en su momento me creó mucha angustia. Sí, porque estos cuarenta y tantos días que llevamos confinados han dado para mucho. Y aunque en general lo he llevado bastante bien, también he sufrido momentos de tristeza profunda y apatía total. Y angustia. Angustia por pensar en que, ingenua de mí, pasaríamos de una a otra situacción de un salto. Como quien despierta de una pesadilla. Vale, te despiertas con mal cuerpo, con el recuerdo vívido en la cabeza, pero pronto te desprendes de esas imágenes y te desperezas, te levantas, abres la ventana y piensas "ya pasó, solo era una pesadilla".

Pero no, nos dicen que tendremos que posponer los abrazos, que tendremos que acostumbrarnos a usar las mascarillas... Y bueno, ahora ya lo voy asumiendo, pero al principio me creó mucha angustia. Porque si ya de por sí el verano me tortura con el sudor alrededor de mi boca ¡imagínate con una mascarilla encima! Hasta llegué a decirme: "mira, para salir así, prefiero seguir encerrada en casa". Pero bueno, ya lo tengo asumido. Y aunque estos días aún hace fresquete en casa (gracias infinitas al abrigo y al vestido de lana que me regaló Paz) me digo "aprovecha, que luego ya tendrás tiempo de quejarte del calor". 

Procuro no pensar mucho en lo que pasará. La incertidumbre perpetua me causaba demasiado hastío y tristeza. Ahora ya sé que no volveré a ver a mis peques, que se me irán al instituto y no podré despedirme como lo hice antes con mis anteriores tutorías. Ni de mi compi, que se me va a otro cole. Bueno, esa graduación que ya no será iba a estar muy regada de lágrimas, casi que me lo ahorro. Pensar que sería la última que compartiríamos... En fin, me quedo entonces con la de hace dos años, tan especial, con la sorpresa que me prepararó mi tutoría junto al profe de música cantándome un popurrí de canciones en gallego, con el abrazo (ainch) sincero y entregado de unas de esas almitas tan hermosas con las que he compartido días de colegio, con la avalancha de regalos... y lo subido que tenía el guapo aquel día, ja, ja, ja...

Ay, esa es una de las características propias de estos días. Pasar del llanto a la risa en el mismo minuto.

Pero no quiero quejarme, me siento afortunada. Las cosas han cambiado desde aquel 14 de marzo.Yo he cambiado. Sigo procurando comer sano, aunque ya he caído en traer anacardos y nachos a casa. Y hasta preparé una salsa de queso estilo VIPS para ponerme fina comiendo mientras veía un directo de puritita música mexicana jejeje. Por no hablar de los pasteles de chocolate que he preparado y horneado para felicitar cumpleaños (vía vídeo de Whatsapp) y que luego me he zampado a la salud de las homenajeadas, jejeje.

Los días se suceden más o menos igual. Al principio me despertaba a las ocho. Ahora ya me vengo despertando casi a las nueve. Justo a tiempo para unirme a las clases que da en la 2 un tal Cesc (me dijo una amiga que era el entrenador en la última edición de Operación Triunfo, caray, ahora recuerdo que se estrenó en enero, justo cuando volvíamos con el coro de aquel viaje a Tarragona y la facción joven iba siguiéndolo con el móvil y los viejunos protestábamos porque no nos dejaban dormir "usad los cascos, leñe"). Buah, no dormí nada aquella noche. Espera, sí, terminé tumbada en el pasillo del autobús y conseguí dormir algo... y luego de empalmada al cole, ainch. Si llego a saber que se venía lo que se venía hubiera pedido ese lunes de permiso. Pero bueno, sarna con gusto, no pica (pero mortifica).

Después de las clases me ducho, me visto y me acerco a la cocina para desayunar. Si no lo he hecho antes (depende de si me despierto con margen de tiempo o no) me veo el saludo mañanero que hace Juan Echanove en su Instagram. Lo hago desde que Rosa me envió uno en el que recitaba a Lorca. De hecho la primera frase de mi entrada la he calcado de sus vídeos, que es como los empieza. ¡Qué tío! Los graba a las seis de la mañana, qué madrugador. Me gusta su voz, la musicalidad de su risa, su entusiasmo, su sensibilidad... Oye, que ya me caía bien el hombre y ahora aún más.

Entorno a las diez enciendo la radio para escuchar la introducción que hace Pepa Fernández en su programa. (Por cierto, que hoy ha hablado justo de esa expresión que tanto aborrezco y con la que yo también he abierto mi post). Desayuno, recojo y me voy a la habitación a trabajar con el ordenador. Al principio cumplía mi horario de 9 a 15h, y libraba los fines de semana. Pero ahora ya trabajo mañana, tarde y hasta sábados, domingos y festivos. Hubo un par de días que me agobié mucho, agotada de tanto corregir/preparar material nuevo, de un trabajo que me parecía absurdo, agotador y absurdo. Pero como con todo en este tiempo, terminé por asumir esta nueva forma de trabajo. Y ya no tengo horarios, pero sí me pongo descansos y me doy ratos libres por la tarde para leer o para no hacer nada. Además mientras estoy en el ordenador escucho el programa de Pepa (con mi amado Aberasturi) me pongo música, trasteo por las redes...

He avanzado en mis tareas culinarias, pasando del Lékué a la Thermomix (oye, el otro día me salió un estofado de pavo que quitaba el sentío'). A ver, no voy a salir de esto siendo una experta cocinillas, pero me he dado cuenta de que no cuesta tanto cocinar, que tampoco hace falta un gran esfuerzo, solo hay que ponerse. Como todo en la vida. 

Ya no llamo, ni me llaman, con tanta asiduidad como al principio. Aunque sigo hablando con personas con las que hacía tiempo que no hablaba, y qué curioso, hay personas con las que antes de todo esto casi no hablaba y ahora ¡hasta nos hicimos una videollamada de 4 horas! ¡¡CUATRO HORAS!! Que se pasaron en un suspiro, oye. Hablando de lo divino y lo humano... pero qué barbaridad, ja, ja, ja...

Seguimos con los ensayos de Las Brujas de Salem. Y qué maravilla. Sé que tengo compañeros a los que estas clases (ya no son vía Skype, ahora nos hemos pasado a Zoom) se les hacen cuesta arriba. Pero yo las disfruto tanto, tantísimo. Qué regalo de peronaje, cada día me gusta más. Y ese ratitio de después, cuando nos quedamos hablando y nos decimos lo mucho que nos echamos de menos... ainch.

También en el otro grupo de teatro nos hemos animado a recuperar los ensayos. Por otra plataforma (una que me bajo cada jueves y desinstalo después de cada ensayo) de cuyo  nombre no quiero acordarme. Reconozco que me daba pereza, pero luego lo agradezco. Al final nos unen muchas viviencias, todo lo que recorrimos desde aquel primer montaje que nos dio tantas alegrías hasta los sinsabores del último, pesan. 

Sigo sin ver mucho la tele, a excepción de las clases de lunes a viernes y bueno, esos días que estuve de bajón, que me di un atracón de tele. Eso sí, directos por Facebook e Instagram a porrillo. Es lo que tiene tener tantos amigos artistas. Y en YouTube también se pueden ver obras de teatro y musicales (aún sigo ojiplática después de haber visto El fantasma de la Ópera en el Albert Music Hall) que se ofrecen gratuitos para llevar mejor este confinamiento. Por ejemplo, hoy me veré, después del ensayo, El Frankenstein de Boyle y Cumberbatch que sube el National Theatre británico.

Me estoy acostando algo más tarde de lo que me acostaba al principio, pero en general sigo durmiendo bien. Y nada, que ya va siendo hora de que vuelva a corregir, que una niña me ha mandado hoy tarea por primera vez, desde ese 11 de marzo sin clases, así que es un buen mogollón.


viernes, abril 10, 2020

Al aire

Intento retenerte en tus palabras, en mi memoria. Pero siempre te vas, atravesando mi corazón, dejándolo suspendido en un latido. Y mis dedos se crispan al no poder asirse a ti, huérfanos de tu piel, anhelantes. Y cada noche repito el mismo ritual, asomándome a aquel pequeño balcón donde éramos. Ahora solo soy. Y tú eres, solo. 

Ya no nos queda nada, hasta se llevaron unas cuantas tildes de aquel saco que te prometía cada vez que leíamos juntos bajo aquella luz azul. "¿Aún no has terminado?" Tu velocidad lectora era muy superior. Esperabas por mí para pasar página. 

Hace tiempo que la lectura se detuvo. Y no sé muy bien si quiero pasar página y seguir leyendo. Supongo que no. Me he acostumbrado a vivir como polvo en suspensión.

sábado, marzo 14, 2020

Cuarentena

Justo hace una semana recibía un mensaje en el móvil "La semana que viene cierran los coles y hay cuarentena. Compra comida". Le pregunté: "¿por qué lo sabes?" Y me contestó "Me lo ha dicho el sentido común". Eran las 20:29h del 7 de marzo. Hoy, una semana después, aquí tengo el transistor al lado de mi ordenador y estoy escuchando el mensaje que está dando Pedro Sánchez. Ahora mismo está terminando la comparecencia sobre el decreto de alarma dando las gracias. En fin. 

El lunes fui al cole, con normalidad. Ahora trato de recordar algo de esa mañana, pero a parte de que no me tocaba patio y que me puse fina en la sala de profes... no recuerdo mucho. Sé que los niños se portaron regulinchi porque luego, en la clase de pilates, me quejaba a la profe y a mi compi diciéndoles que se habían portado fatal y que si cerraban los coles, casi que lo agradecería (luna llena y buen tiempo, mala combinación). Pero todavía creía que era algo impensable. Mi compi de pilates, que trabaja en un instituto de secundaria, me dijo: "bueno, ahora mismo se están reuniendo, cuando termine la clase ya sabremos si cierran o no". Y al salir de clase, miró su móvil y me dijo que todavía no habían terminado. Veinticinco minutos después recibo un mensaje de mi directora con el enlace a una noticia: "Ayuso cierra todos los colegios, institutos y universidades de la comunidad de Madrid". A partir del miércoles. Y que como no hay instrucciones claras, que al día siguiente preparemos el planning de trabajo para el alumnado durante 15 días. Esa noche dormí del tirón. 

Como me había acostado pronto, me desperté a las siete y decidí acercarme al supermercado, abre las 24h.  La noche anterior, en un chat de amigos, alguien había enviado la imagen de unas mujeres australianas pelando por un paquete de papel higiénico. Así que, sí, compré papel higiénico, claro. Y yogures, pescado congelado, un par de pechugas de pollo y papel de cocina. Fui al cole. Me faltaron cuatro. Al resto les dije que tenía intención de dar clase, ya que no sabíamos cuánto tiempo iba a durar esta situación. (A todo esto, ahora mismo me está diciendo mi amigo, el vidente, el de los mensajes de antes, que su segunda predicción es que esto dure hasta julio ¡Horror!). No tuve clase con mis otras clases, solo con mi tutoría. Mi compi de nivel ya se me había adelantado y había preparado un documento con casi toda la tarea programada, le digo que yo me encargo del resto. Locura de día. Pero a pesar de todo, he de reconocer que aunque estaban muy nerviosos y  al final de la jornada hubo un conato de conflicto gordo, se portaron bastante bien. Repartí las instrucciones y las fotocopias pertinentes. Tres se ofrecieron voluntarios para entregarles la tarea a otros tres de los que no habían venido. Me quedaba uno colgado. Bueno, ya llamaré a su casa. No conseguí ponerme en contacto. Reunión exprés. Los profes tenemos que seguir viniendo. Vale. Le he dicho a los niños (los de las tres clases) que me dejen los cuadernos de inglés para corregírselos. Tengo tarea para rato.

El miércoles vamos al cole. Me pongo con los cuadernos. Tenemos una reunión a media mañana. Nos dan instrucciones. No habrá reuniones de evaluación. Cada cual vuelca sus notas en la aplicación. Me pillo un agobio tonto porque hay que colgar en la web las tareas que hemos mandado y publicar los criterios de calificación. Al final lo resuelvo sola (mi compi se había ido a relevar a su marido en el cuidado de la prole) y oye, que también me dicen que ha venido a por la tarea la tía del niño que se me había quedado descolgado (se la había dejado preparada en secretaría). Sigo con los cuadernos (y la música de Youtube) en mi clase. Charlo con las profes de 5º. Y al rato nos llaman para que bajemos, que echamos el cierre.

El jueves se presenta igual. Pero a media mañana nos dicen que no, que nos mandan a casa. Profesores, fuera. El equipo directivo tiene que seguir yendo (por ahora). No puedo llevarme los 60 cuadernos a casa. Me decido por llevarme los de la clase de 5º. Por la tarde me entero de que nos han suspendido una función chula que teníamos programada para el 3 de abril en Sagunto. Como dicen en Galicia: "era visto". 

Y ya, desde ese día, no he vuelto a salir. Bueno, ese jueves por la tarde me fui a dar una vuelta por los alrededores, alejándome del resto de viandantes y caminando casi campo a través. Pero me sentí culpable... Hoy me he conformado ejercitándome en la elíptica. Ayer tuve una clase de teatro vía Skype, una experiencia nueva. Y por lo demás, bueno, estoy cocinando comida sana. Volví al supermercado a por verduras congeladas y algo de fruta (manzanas y naranjas, que aguantan tiempo). Tengo el móvil siempre cerca. Hablo por teléfono con mis padres, mínimo dos veces al día. Hablé con Rosa, con mi amigo Sergio (que sigue en Nottingham y aún me hace reír con sus ocurrencias como hace ya... ¿diecisiete años? Pues sí, casi), con mi tía Mercedes. "Whatssapeo" en varios chats y con varios amigos. Terminé de corregir cuadernos. He volcado algunas notas en la aplicación (el resto lo haré ya el lunes, me tomo el fin de semana libre). Y bueno, lo llevo bien. No tengo con quién discutir. Hago y deshago a mi antojo. Pongo lavadoras, limpié el patio... Ahora estoy con un encargo que he ido posponiendo. Quien me lo encargó, la última vez que nos vimos en persona, me dijo que lo estaba dilatando porque le guardo un cierto rencor jajajajajaja. Quizá tenga razón. Empecé con ganas, pero después siempre encontraba una excusa para no ponerme con ello. Ainch, quién me iba a decir que aquel sería el último día que nos íbamos a ver en una larga temporada... Era el 5 de marzo. Snif. El abrazo que le dé cuando volvamos a vernos va a ser de órdago. De hecho creo que es lo que más voy a disfrutar cuando todo esto termine: Abrazar bien fuerte y bien largo a los amigos.

 

lunes, enero 20, 2020

Tu nombre

Llevo un tiempo en Instagram, no publico mucho, paisajes casi siempre. Sigo unas cuantas cuentas de amigos y otras tantas de ilustradores. Hoy he visto una publicación que me ha gustado. Además coincide con un pensamiento que llevo días rumiando. Ese nombre, esa galaxia, seguirá ocupando un lugar muy importante en mi universo. Porque sus ecos, las horas infinitas, las caricias, lo aprendido, la eternidad a la que nos asomábamos siguen creando una fuerza gravitacional de la que no quiero escapar.


lunes, noviembre 18, 2019

Jagged Little Pill

Bueno, bueno, bueno... Pues parece que van a hacer un musical titulado igual que el album del debut internacional de Alanis (los dos anteriores habían sido publicados en Canadá). He visto un par de vídeos en las redes y tiene buena pinta. Ahora que ya llevo un par de años haciendo teatro musical (eh, por fin me saqué esa espinita) me he dado cuenta de que de todas formas sigo prefiriendo el teatro, teatro. Y este año promete. Arthur Miller, ahí es nada.

En fin, que en cuanto acabemos de montar el segundo musical en el que me he embarcado, me tomaré un descanso. Y más adelante, ya se verá. Ayer, no, el sábado lo hablaba con una buena amiga que conocí al apuntarme a teatro musical, nuestra fantástica Deloris. Ella también lo deja, por ahora. Y me decía: "¡No paras! Entre trabajo y ensayos de teatro y de coro ¿te da tiempo a descansar? ¡Qué vida tan intensa!" Y yo le contestaba que resulta curioso, porque a veces tengo la sensación de que no hago suficiente, de que la vida que vivo en esta última década está algo estancada. Como si en realidad hubiera algo que se me escapa, una vida diferente que es la que debería estar viviendo. Una vida paralela que no se cruza conmigo, pero que me lanza ecos desde un lugar invisible.

Quizá no sea la única a la que le pasa eso. Imagino que no. Quiero hacer balance de esta última década y me parece que no hay muchos hitos que señalar. Aunque una buena amiga y compi del cole me dice hoy "¿cómo que no? ¡¡Has actuado en el teatro romano de Mérida!!" Caray. Es verdad. Y cantado en el auditorio nacional, frente al palacio de Cibeles, en el teatro Lope de Vega, en Londres y otras ciudades en la mini gira por UK (vale, en iglesias pequeñitas, pero algo es algo)... Sí, cierto que el mundo 'artistil' me ha dado grandes momentos y estupendas personas que además de brindarme su amistad también me han abierto el corazón a paisajes soñados (Venecia, Buenos Aires, Mendoza...) y otros muchos más cercanos.

Mientras escribo, escucho el disco. No sé dónde estará la cinta que me grabó Jose, el chico de mi grupete de los quince a los dieciocho al que también le gustaba Alanis. Lo escucho por Youtube (soy una rata, no tengo ni Spotify, y eso que mi primo me ofreció compartir su suscripción). En fin. ¡Qué de recuerdos al oírlo! El vídeo por la que la conocí, Ironic, y el gran parecido del interior del coche con el del Chrysler de mi padre. Las canciones que me impactaron en su momento, las entrevistas que leía en esas revistas para jóvenes que ya no existen. Y Jose y aquel grupo de nuestra juventud, aquellos que soñábamos con nuestro paso a la Universidad, con nuestra mayoría de edad inminente.  Ayer fue su cumple, el benjamín del grupo. Nos felicitamos por el grupo de WhatsApp correspondiente. "Ya no cumplimos 40", que se suele decir, jeje. Y me parece que, al igual que aquellas revistas y aquellos programas musicales extintos, nosotros también desaparecimos un poco. Como aquellas tardes infinitas de verano en las que intuíamos las vacaciones y jugábamos despreocupados a las cartas en los parques compartiendo chuches y algún mini, imaginando que los 'taitantos' estaban a años luz de nosotros... (Jolín, ahora suena Mary Jane y se me saltan las lágrimas).

Y bueno, que el disco de Alanis me trae grandes recuerdos de aquella época dorada en la que empezaba a conocerme y a dejarme brotar. La antesala de los años de universidad, los más luminosos, el preludio de los años convulsos y estimulantes de la veintena... 

Luego Alanis dio un giro que no me enganchó. Pero nunca olvidé ese primer disco, en forma de cinta de cassette, regalo de Jose (oye, que las cintas vírgenes costaban lo suyo y en nuestras casas había que gastar poco) mientras me contaba un sueño que había tenido en el que los dos viajábamos a Londres y nos pasaban aventuras inverosímiles. Debería escucharlo más a menudo. Además, ahora, con todo lo vivido, ciertas canciones adquieren mucho más significado que cuando las escuchaba con apenas diecisiete. Como la de Head Over Feet, que a día de hoy me hace retroceder a otro 18 de noviembre, el primero después de la creación de este blog. Y me sonrío. Y rebobino. Bueno, calla, que en Youtube no se rebobina...